¡Eres radiante mi vida! Cuando apareces como angelical criatura, quisiera absorber en un soplo tu elegante caminar. Te aspiro y siento cómo tu figura se guarda eternamente en mi pensamiento. Juegas, cantas, bailas y me seduces cuando detrás de mí, tomas forma y me dejas soñando. Porque te amo como a Dios, es por eso que creo firmemente en tus palabras que son vida en mi muerte.
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Un escrito directo del corazón, de su amigo G. Marin "El Poeta de las Rosas Perfumadas" (México).